Violeta Cañigueral Casassas

El proyecto Ecos del imaginario (2018 – hoy) se compone de una serie de retratos hechos en un estudio improvisado, en casa, donde creo personajes de otros mundos y otros tiempos. Lo que en cierto modo empezó por azar y como un divertimento, se ha convertido en un proceso consciente de inmersión en el propio universo mental. El objetivo no es contar historias concretas, sino sugerir y evocar; dejar aflorar, a través de las caracterizaciones y los escenarios, todos aquellos referentes artísticos y literarios que desde pequeña han ido configurando mi imaginario simbólico. Con todo, no pretendo que este sea un camino de análisis y deconstrucción, sino sencillamente de liberación. La intención es dedicar un espacio para que fluyan todas aquellas ideas, necesidades y visiones que llevo atrapadas y necesitan salir, sin juzgarlas.

Los protagonistas de los retratos son personas de mi entorno cercano -familia y amigos. Lejos de los patrones de belleza y de las actitudes estereotipadas que hoy en día imperan en la mayoría de los medios visuales, en este trabajo quiero mostrar cómo gente corriente, de carne y hueso, se erigen en personajes con más fuerza y ​​carácter que muchos de aquellos rostros perfectamente estudiados, casi de plástico, vacíos. La idea no es ofrecer un retrato fiel de la persona tal como es, sino transportarla a otra realidad, otorgándole una identidad diferente a la suya, sin perder, pero la propia esencia. Cada uno tiene una luz y me inspira en cierta dirección, no todo vale para todos. El resultado son retratos en que la energía de quien pone y mi mundo interior confluyen para dar lugar a estos ecos del imaginario.

 

¿Quién soy? Se podría decir que crecí entre pinturas y cuentos, dibujos y juegos. En la universidad, la curiosidad hizo que me interesara por la Historia y, posteriormente, en los Estudios de Asia Oriental y el chino. En una estancia en California me reencontré con las artes plásticas, y un salto de gigante me llevó a China, donde viví tres años, entre becas, clases de lengua y bolos por escenarios y circos con una comparsa de chicas bielorrusas. En todo este recorrido fui definiendo mi interés por el lenguaje visual y, concretamente, por la fotografía, tanto como fuente documental y como medio de expresión. Un máster en Inglaterra me hace reflexionar sobre la interpretación de las prácticas fotográficas y la manera de aproximarse a ella, de oriente a occidente y viceversa. De regreso a casa, amplío estos conocimientos en la vertiente de la gestión, la preservación y la difusión del patrimonio fotográfico. En definitiva, la fotografía, ya sea a través de la investigación, la conservación o la creación, es el camino que he tomado para relacionarme con el mundo.

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